sábado, 14 de mayo de 2011

EL NACIONALISMO: CÁNCER PARA LA UNIÓN EUROPEA

Siempre me he considerado un Europeísta convencido, así que no he podido evitar el titular de mi post. Las últimas noticias que nos llegan desde Europa son realmente deprimentes: Dinamarca pidiendo la restitución de las fronteras interiores, Finlandia diciendo que no va a participar en el rescate portugués, Gran Bretaña diciendo que no participará en la reestructuración del rescate Griego, Alemania y Francia mirándose el ombligo y no aceptando la emisión de bonos europeos para frenar a los especuladores.... Y ya saben qué está detrás de todas estas cuestiones, sí, el más sucio, rancio, cutre y decimonónico nacionalismo.


Resulta muy triste comprobar cómo grandes avances de la construcción europea se vienen abajo o se paralizan en pocos meses. Es desalentador ver cómo en época de crisis los países en vez de reforzar la unidad para hacerse más fuertes, huyen despavoridos a refugiarse en la tribu, a refugiarse en los sentimientos más primitivos y primarios del ser humano.

Hemos llegado a un nivel en el que o tomamos las riendas los ciudadanos europeos o el proyecto corre el riesgo de involución.

Siempre he tenido una visión muy ortegiana de la sociedad, así pues, creo que la sociedad europea debe reaccionar y sus élites deben empujar un verdadero proyecto europeo que de verdad sea capaz de superar de una vez esas malditas fronteras del siglo pasado para trabajar por un proyecto más solidario, libre e innovador.

Sé que el siglo XXI es el siglo de Europa. Las próximas generaciones serán mucho más educadas, más viajadas y más tolerantes. A estas generaciones no se les podrá engañar con el cuento absurdo e insostenible del nacionalismo. Las nuevas generaciones ya son europeas, aunque ellas tal vez no lo sepan todavía, por eso su proyecto no podrá ser otro que el de la Unión Europea.

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