miércoles, 23 de marzo de 2011

ENERGÍA NUCLEAR Y PENA DE MUERTE

Sobre el papel tanto la energía nuclear como el pena de muerte son dos cosas que se podrían llegar a aceptar, sin embargo, ambas dos, deben ser rechazadas por las tremendas consecuencias que puede acarrear un error en su aplicación.

Por mucho que se pueda sostener teóricamente la aplicación de la pena de muerte (Rousseau lo hizo muy bien en el "Contrato Social"), creo que a la vista de la experiencia no puede haber nadie con un mínimo de sensibilidad que la pueda defender, no sólo por la brutalidad de alguno de sus medios a la hora de ser aplicada, sino por la cantidad de errores e injusticias que se producen en su aplicación.

Esta razón es más que suficiente para oponerse a la pena de muerte, ya que no tiene remedio.

Lo mismo ocurre con la energía nuclear. Sobre el papel parece una energía limpia, segura y barata, sin embargo, a la vista de los errores que se pueden cometer y teniendo en cuenta la irreversibilidad de sus consecuencia, resulta necesario oponerse a su uso.

Todavía no puedo dejar de preguntarme cómo es posible que un país tan "serio" y "concienzudo" como Japón no haya previsto la posibilidad de un maremoto que afectara a los generadores. Puede que un fatídico error imprevisible ocurriera con un reactor, pero ¿CON TODOS?

Si esto ha pasdo en Japón, no me quiero ni imaginar en el resto del mundo lo que puede pasar. Por eso, ante la duda y las terribles consecuencias que la radioactividad tiene en nuestra salud, creo que hay que oponerse al uso de la energía nuclear.

No quiero ser ahora un demagogo, ya que sé que esta energía es por el momento imprescindible (tanto para no agravar más el problema del cambio climático, como que resulta imposible sustituirla de un día para otro), sin embargo, sí que debemos tender a apoyar más las energías renovables e ir sustituyendo poco a poco la nuclear.

Sé que esto es imposible si no cambiamos nuestro sistema de vida, por eso, una vez más, la Socialdemocracia debe ser fuerte y estar muy bien organizada a nivel internacional o por lo menos europeo. Sólo con el cambio de sociedad hacia una más solidaria y comprometida, podríamos cambiar nuestro sistema de vida. Cualquier otra cosa sería una revolución.

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