jueves, 18 de noviembre de 2010

OTRA RACIÓN DE NACIONALISMO RANCIO

Las elecciones catalanas nos están brindando una estupenda oportunidad de presenciar con toda su crudeza la estupidez y egoísmo nacionalista. Resulta curioso comprobar cómo detrás de la barretina, los castellers, la sardana y la butifarra, lo único que se esconde es un tremendo ansia de insolidaridad y egoísmo. Las inefables declaraciones del líder de ERC y de SI son estremecedoras y demuestran que lo único que les interesa es "la pela" y el coche oficial.



Montilla también ha estado acertado en esta ocasión al criticar a los que desean la independencia (aunque haya pactado con ellos), ya que como muy bien ha dicho, se corre el riesgo de convertirse en un país de chichinabo que a las primeras de cambio tienes que recurrir a la ayuda de los demás (¿eso es realmente la independencia?) Las uniones suelen ser más fuertes y se pueden enfrentar mejor a las vicisitudes del camino.



El nacionalismo es egoísta por esencia. Prueba de ello son los forofos de la Liga Norte italiana que no quieren sufragar al sur pobre, los escoceses que hasta que no descubrieron petroleo en sus aguas, no quisieron ser independientes, los flamencos belgas que hasta que no han sido una región rica no quisieron saber nada de separatismos o los propios noruegos que se independizaron de Suecia por la misma razón que los escoceses quieren hacerlo del Reino Unido.




La socialdemocracia tiene su esencia en la solidaridad, por ello es lo más contrario al nacionalismo que puede haber. Así, cuando me resulta extraño que en ocasiones, nuestros compañeros catalanes se echen en manos de posicionamientos un tanto cercanos al nacionalismo. Cuando no podemos profundizar en la solidaridad, lo menos que podemos hacer es no alentar la insolidaridad.


Seamos serios y coherentes, mantengamos nuestras esencias, de lo contrario seguiremos sufriendo los duros golpes que la sociedad nos va dando a los socialdemócratas.

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