lunes, 14 de junio de 2010

UNA MALA RACIÓN DE NACIONALISMO

Este fin de semana nos hemos dado un buen atracón de nacionalismo del bueno. Primero con las ex-repúblicas soviéticas y luego con Bélgica, el corazón de nuestra añorada Europa. El nacionalismo es una de las ideologías que más caos y destrucción han traído al mundo, sólo la Segunda Guerra Mundial debería haber enterrado esta nefasta ideología para siempre, sin embargo, ahí sigue, campando por sus respetos en el Viejo Continente y allende los mares.

El nacionalismo es una de esas ideologías basadas en la más absoluta irracionalidad, sin embargo, día a día sigue ganando adeptos por doquier, una vez, son unos cuanto "listos" que saben que explotando este sentimiento tendrán coche oficial y gestión de presupuesto y en otros casos, son pobres de espíritu que sólo con "logros" colectivos pueden llegar a olvidar por un momento su triste individualidad.
Lo de las ex-repúblicas me pilla un poco lejos, pero cuando contemplo el lamentable espectáculo en Bélgica se me pone la piel de gallina. ¿Cómo puede ser que siete millones de habitantes no sean capaces de convivir bajo unas mismas reglas de juego? A mí me parece que aquí hay mucho interés económico encubierto, ya que cuando Flandes era pobre y rural no se oían muchas voces nacionalistas. Esta falta de solidaridad entre las personas es algo que los socialdemócratas no podemos tolerar, sin embargo, en España mismo, vemos cómo, con la fe del converso, el PSC fomenta, alenta y comparte postulados tremendamente intransigentes e insolidarios basados, cómo no, en el terrorífico nacionalismo. En fin, una pena.

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